Los grandes valores que hoy posee nuestra juventud los podríamos reducir a tres principales:
1. La autenticidad y la sinceridad
Quieren demostrar, y de hecho demuestran lo que son, sin unas fórmulas sociales convenidas que ellos consideran hipocresía.
2. La libertad
Los jóvenes quieren, reclaman y viven la libertad, sin ataduras que ellos tienen por injustas; pero al mismo tiempo ofrecen también esa responsabilidad que ellos creen necesaria.
3. Inconformidad
Que demuestran ante un mundo que no les gusta. Ciertas formas sociales las consideran vacías y hasta hipócritas.
La política es para ellos un juego no limpio y de aprovechados. Aspiran a una mayor solidaridad con las clases y los países menos favorecidos, sin desigualdades que los irritan. Las mismas prácticas religiosas las quieren con sentido más profundo y sin tantos formulismos. Y en su fe, los jóvenes están dando muestras de una piedad envidiable. Cuando se enamoran de Jesucristo -y son muchos los que lo aman de verdad-, abrazan con generosidad todas las exigencias cristianas.
Todo esto son valores muy positivos y muy dignos de tenerse en cuenta cuando vienen las quejas contra la manera de ser de nuestros jóvenes.